Además de conducir por la izquierda…

A parte de conducir por la izquierda, los ingleses tienen algunas particularidades, de algunas de la cuales me he dado cuenta en el mes que he pasado en Londres. Ahí va una lista de algunas de estas rarezas:

– En Inglaterra no puedes ser más de derechas que el grifo del agua fría… porque el agua fría se encuentra a la izquierda en el grifo de la ducha. Es un fastidio cuando quieres cambiar la temperatura y giras el grifo sin mirar. Lo curioso es que en los lavabos los grifos son como en el resto del mundo.

Ducha inglesa: hot a la derecha y cold a la izquierda.

-Las escaleras mecánicas: la próxima vez que te montes en una escalera mecánica, fíjate en que la banda de goma que hace de barandilla va ligeramente más rápido que las propias escaleras, de manera que si te montas en una escalera lo suficientemente larga, acabarás con el brazo estirado hacia delante. Supongo que será por motivos de seguridad. Pues en Inglaterra pasa justo lo contrario, la goma se retrasa respecto a las escaleras, o bien se queda al mismo ritmo. Esto lo comprobé en las escaleras del Metro.

-Cuando entras a una tienda no basta con comprar. Al menos en los pequeños establecimientos. Saludas, tienes un pequeña conversación con el dependiente, compras, pagas y te despides amigablemente. Me extrañó el primer día que fui a comprar, porque en España sólo lo haces en tiendas que conoces de toda la vida. Pero desde luego se agradece ese punto de cercanía y confianza cuando acudes a hacer la compra.

-La manera de reciclar. No dividen en plástico, papel y cartón, vidrio y basura general. Tienes que poner las botellas de plástico y latas limpias en un contenedor, pero los tapones de las latas de plástico van al contenedor de basura general. Papel va por separado. Y basura orgánica sin meter en bolsa va a otro contenedor. No sé si es sólo característico de Londres o reciclan así en todo el país. El tema del reciclaje se lo toman en serio, pues te pueden caer hasta 1000 libras de multa por no reciclar o hacerlo mal.

Afortunadamente hay algo que sí que es como en el resto del mundo: los tornillos siguen funcionando según la regla de la mano derecha.

No me gusta leer

(Este es un post que publiqué en mi antiguo blog, y que ahora vuelvo a publicar, revisado, a raíz de una conversación que tuve)

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Hay frases que  dicen bastante sobre quien las pronuncia: 5000 años que llevamos escribiendo (día arriba, día abajo) y, ¿no hay nada que te guste leer?

Algún libro, artículo, columna, editorial, poesía o ensayo habrá que te guste. Aunque sea una obra de teatro que vieras hace tiempo, aunque no hayas leído el libreto.

Con algún personaje, protagonista o no, te habrás sentido identificado. Como aquel héroe de cómic que nos gustaba de pequeños y que de mayores descubrimos que sólo existe en el papel. Algún autor habrá, que al leerlo digas: parece que me lea el pensamiento, pensaba eso, pero no sabía cómo expresarlo. Algún escrito que te lleve lejos, donde nunca habías soñado poder estar.

El poema del texto no es de Neruda, como bien apuntan en los comentarios, si no de Alfredo Cuervo Barrero. Disculpad la confusión que esto haya ocasionado.

Porque leer no es lo que hacemos en el colegio. Como dijo mi profesor de Literatura (saludos desde aquí, Ignacio, y gracias por tus clases) es una aberración que Platero y Yo te lo obliguen a leer de pequeño, pues no entiendes nada. Esas lecturas obligadas y no disfrutadas son las que seguramente te hicieron decir la frase de arriba. Seguramente series de novelas tan criticadas como Crepúsculo o Harry Potter hayan hecho más por iniciar en la lectura a jóvenes que muchas de las campañas de promoción de la lectura del Ministerio de Cultura. Quién sabe, empiezas leyendo Crepúsculo, después descubres Drácula de Bram Stoker, pasas a leer Frankenstein de Mary Shelley y después te recomiendan El Club Dumas de Pérez-Reverte. Y para entonces, amigo mío, ya estás enganchado.

Así que nunca es tarde para empezar, siempre puedes pedir recomendación a un amigo que te conozca bien, o acudir al consejo del librero, que tras un breve interrogatorio (prometo que no te dolerá), te recomendará éste o aquél libro, a Lorca o a Asimov…

Si después de lo dicho escrito anteriormente, he conseguido cambiar tu forma de pensar sobre los libros, me alegro, pues te habré hecho un poco más feliz. Si sigues pensando que no te gusta leer, me alegro, pues al menos sabes que mi estilo no te place y ya encontrarás el que satisfaga tus deseos.

Si te gustaba la lectura antes de comenzar a leer esta entrada, me alegro y espero que esto te anime a seguir aventurándote por los mares de papel (o de tinta electrónica).

La falacia del jugador

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Era una tarde soleada de Junio… empezaba a hacer calor, y después de un arduo examen de Cálculo Integral, y unos cuantos físicos decidimos ir a la piscina. Disfrutando de la piscina estábamos, hasta que alguien propuso jugar al juego de «El pueblo duerme» (de cartas). Las reglas están en el enlace anterior.

Lo malo de jugar a las cartas entre físicos y gente de igual calaña es que se la saben todas. Y así llegamos a lo que quería explicar: la falacia del jugador. Pondremos el escenario: Señor Z., Señor P. y yo, jugando a este juego (había más personas, pero intervenimos nosotros tres :D). Al señor Z. le había tocado ser asesino en la mano anterior, y en ésta también lo era, conmigo de cómplice. A la hora de votar quién era el asesino, empiezan a acusar al señor Z., así que intento hacer bien mi papel de cómplice. No se me ocurre otra cosa que saltar con el argumento de: «pero si le ha salido antes la carta de asesino, ahora es menos probable que le toque». Inmediatamente salta el señor P.: «¡Ése es un argumento falaz!» (así queda más teatral ;)).

Veamos ahora por qué es falaz el argumento que expuse:

Al repartirle las cartas al señor Z., ¿qué probabilidades tiene de que le toque ser asesino?. Veamos, si hay 7 cartas y dos de ellas son ser asesino, las probabilidades son de 2 entre 7, o si lo preferís, del 28,6%.
¿Depende esto de las cartas que haya tenido el señor Z. antes? No, porque las cartas no «recuerdan».

Ahora bien, las probabilidades de que te toque ser asesino en dos manos seguidas son menores de que te toque ser asesino y pueblo llano, por ejemplo. Ya que de la primera sólo tienes 4 posibilidades entre 49, mientras que para la posibilidad asesino-«pueblo llano» hay bastante más combinaciones posibles.

PD: siento no llevar un buen ritmo de actualización en el blog últimamente, pero me encuentro de vacaciones y también quiero descansar ;).