Niños, ¡poned el candado, que viene Feynman!

Una de las aficiones de Richard Feynman era la de resolver todo tipo de puzzles, rompecabezas y acertijos.
Afición que mantuvo durante toda su vida, incluso cuando estuvo trabajando en el Proyecto Manhattan en Los Álamos (Nuevo México). En concreto, destaca lo relativo a las cajas fuertes. En palabras del propio Feynman (la traducción es mía):

«Aprendí a abrir cerraduras de un tipo llamado Leo Lavatelli. […]Cuando empezamos a trabajar en Los Álamos, se hizo todo tan deprisa que en realidad no estaba listo del todo. Los secretos del proyecto -todo sobre la bomba atómica- estaban guardados en archivadores, cerrados por candados que como mucho tenían tres pines: eran sencillísimas de abrir.»

Para mejorar la seguridad, pusieron un sistema que consistía en una barra que bajaba a lo largo del archivador, por detrás de los asideros de los cajones, y bloqueada por un candado. Así que alguien retó a Feynman:

«-¿Puedes abrir ahora el archivador?
Miré en la parte de atras del archivador y vi que estos no tenían  un fondo macizo. Había una ranura con un cable dentro sosteniendo una pieza que mantenía los papeles de pie dentro del cajón. De manera que podía tirar del cable, acercar los papeles y empezar a sacarlos por la ranura.
-¡Mira! Ni siquiera tengo que forzar la cerradura.»

Feynman ya tenía una distracción  para pasar el rato en las horas muertas de Los Álamos:

«Para demostrar que las cerraduras no servían, cuando quería algún informe de alguien y no estaban disponibles, simplemente iba a su despacho, abría el archivador y cogía el informe. Después se lo devolvía al dueño diciéndole: gracias por el informe.
-¿De dónde lo has sacado?
-De tu archivador.
-¡Pero sí lo cerré con el candado!
-Ya lo sé, pero las cerraduras no son buenas.»

Al final, en vista de este fallo en la seguridad de los documentos, cambiaron el tipo de archivador: el nuevo tenía tres cajones, y los dos de abajo se abrían al sacar el de arriba, que iba bloqueado por la clásica rueda con una combinación numérica, con una combinación de tres números. Habían traído un nuevo juguete para Feynman:

«Los archivadores nuevos fueron un reto. Me encantan los puzzles.[…]Primero tenía que entender cómo funcionaba la cerradura, así que desmonté la que tenían en mi despacho.»

Descubrió el sistema de discos con el que funcionan este tipo de cerraduras, y le dio vueltas al problema. Las cerraduras tenían un margen de error de 1: si el número correcto era 27, el 26 y el 28 también servían. Esto reducía bastante el número de combinaciones a probar si se quería abrir el archivador por forza bruta (probando todas las combinaciones posible). Sin embargo, Feynman pronto encontró un sistema más eficiente para saber la combinación:

«Me di cuenta de que cuando dejabas el cajón abierto con la rueda señalando el 10 (la posición última para abrir el cajón), que es lo que la gente hace cuando ha abierto el cajón y está sacando papeles de él, el pestillo de la cerradura estaba bajo.
Si movías la rueda hacia un lado, llegaba un momento en el que el pestillo subía. El número anterior a ese instante era el último número de la combinación. Si hacía lo mismo, pero moviendo la rueda en la otra dirección, sacaba el segundo número de la combinación.»

Un método rápido y sencillo para saber 2 de los 3 números de la combinación de la caja: el primero todavía quedaba al azar, pero el número de posibilidades se reducía muchísimo.
Feyman tenía un nuevo entretenimiento:

«Practiqué y practiqué hasta que pude sacar los dos últimos números de las combinaciones. De manera que cuando estaba en el despacho de alguien, discutiéndo algún problema de física, normalmente tenían el archivador abierto, para consultar papeles.

Me apoyaba contra el armario, juguteando distraídamente con la cerradura, y de esta manera sacaba los dos números. Al volver a mi despacho, anotaba la combinación junto con su nombre.»

La habilidad de Feynman no era secreta, aunque sus métodos sí, así que cuando necesitaban algún documento y el propietario del archivador no estaba, llamaban a Feynman para que lo abriera.

«Si me decían de abrir un archivador del que no sabía la combinación, simplemente decía que tenía demasiado trabajo en ese momento.»

Frecuentemente Feynman tenía que viajar a Oak Ridge. En una ocasión, un coronel tenía que dar el visto bueno sobre un informe de Feynman, guardado en la caja fuerte del coronel. Dicha caja era distinta: más fuerte y robusta, al menos en apariencia. Así que Feynman, ni corto ni perezoso le preguntó al coronel si podía echar un vistazo a la caja fuerte mientras él leía su informe. Con el visto bueno del coronel, miró la caja.
Resulta que a pesar de ser otra caja, el fabricante era el mismo que el de los archivadores en Los Álamos, y el funcionamiento de la cerradura era igual. Feynman tenía dos tercios de la la combinación de la caja fuerte, empleando el mismo método que había desarrollado hasta ahora.
Al terminar de leer el informe, el coronel lo metió en la caja, y cerró ésta.

«-Por la manera en que cierra la caja fuerte, parece que cree que los documentos están seguros ahí dentro. […]
-¿Dice que la caja no es segura?
-Un ladrón bueno la podría abrir en 30 minutos.
-¿Usted podría hacerlo en 30 minutos?
-Dije un ladrón bueno, a mí me llevaría 45 – respondió Feynman.
-Me encantaría verlo.»

Feynman se puso al trabajo, echándole un poco de teatro: perdió un poco el tiempo durante 5 minutos, jugueteándo con la rueda.
Como el coronel se empezaba a aburrir, probó hasta dar con el primer número de la combinación y abrió la caja fuerte.
Al coronel se le salían los ojos de la órbitas. Feynman le explicó cómo hallar los dos números de la combinación cuando esta estaba abierta, y que tendría que mandar una circular explicando por qué los trabajadores de Oak Ridge tendrían que tener los archivadores cerrados, incluso mientras trabajaban y estaban delante de ellos.
¿Hizo eso el coronel? No. Mandó una circular, sí. Pero en vez de explicar el problema, optó por pedir a aquellos que habían tenido a Feynman en su despacho, por favor cambiasen la combinación de la cerradura.

«Esa era su solución: YO era el problema. Así que todos tuvieron que cambiar la combinación. En la próxima visita que hice a Oak Ridge, intentaban evitar que entrase en su despacho. Por suspuesto, los archivadores seguían abiertos mientras trabajaban.»

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La anécdota ha sido extraída de «Surely you’re joking, Mr. Feynman!» (¿Está usted de broma, Sr. Feynman?)

Crédito foto Feynman.

Crédito foto caja fuerte.